Por: Leyla Andrea Carrasco Cazarín.
Para: Revista Libelula No. 15
En los últimos días hemos sido
bombardeados por N cantidad de anuncios de los candidatos presidenciales
motivando al voto a favor, como si el voto fuera la única forma de decidir, la
primordial, como si fuera el único portavoz de lo que pensamos nos debería de
representar en el poder.
Vivimos en una sociedad que
además compra está idea, puesto que la mayoría de las personas que acude a
votar el día de la elección piensa que ya cumplió con su poder ciudadano hasta
la siguiente jornada electoral, tan es así que hemos visto en incontables
ocasiones que se ha hablado de fraude electoral y aun así las personas no defiende
su voto ni siquiera en esa pequeña acción que toman cada 6 años.
De esta forma se observa que en
la mayoría de los casos el deber cívico se limita al voto sin darse cuenta de
que existen muchas modalidades de protesta, y de que la democracia no sólo es
discurso, conlleva muchas más cosas, y no me refiero a bloquear el tráfico cada
que algo nos inconforma, porque esto también se ha hecho y no ha resultado ser
la mejor forma en que se obtenga algún resultado, ahí tenemos el afamado voto
por voto, casilla por casilla de los defensores del triunfo de Andrés Manuel
López Obrador en el 2006 que lejos de ayudarle a aclarar el fraude le crearon
una mala imagen a AMLO y a los defensores de su voto.
Las manifestaciones pueden llegar
a convertirse en verdaderos detonantes de cambio sabiendo canalizarlo, pero la
acción de la sociedad debe de ser comprometida y constante, debemos dejar de creer
que la democracia es buscar a ese aquel que tal vez no represente, es muy
probable que ninguno nos convenza del todo y que solo elijamos al “menos peor”
pero no se trata de solo elegir y ya, se trata de ser soberanos verdaderamente,
de que se regule el poder, es la cuestión de tomar decisiones y defenderlas a
través de distintas vías, y si algo no nos convence cambiarlo, no dejarlo al
aire y decir “No nos queda de otra” “A ver qué pasa…” Porque no es cierto, juntos podemos ser mucho más que eso, las
formas de manifestación y organización están cambiando, es momento de tomar el
destino en nuestras manos y modificarlo hasta donde y para donde queramos, esa
vieja idea de creer que el otro en cierta medida cuide nuestros intereses pues
no es del todo cierta.
También estamos acostumbrados a
creer que las pequeñas acciones que se tomen no van a cambiar nada, que son
pérdida de tiempo, pero hay ejemplos como el de Egipto y otras movilizaciones
recientes en las cuales se creía que el sistema establecido no iba a cambiar,
aun y con todas sus represiones hubo detonantes de cambio y el pueblo termino
decidiendo de forma activa lo que quería para sí mismo, no basta con tener
conciencia de clase, hay que ser factores de cambio de aquello que nos
incomoda.
Así pues, se vas a votar – o no –
para decir quién será tu nuevo representante, está bien, pero es importante
recordar que hay otras formas de participar ya que hay 6 años de por medio en
los que uno no se puede quedar pasivo.
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