Time was money

sábado, 20 de febrero de 2010

LA CULTURA DE LA IDIOTEZ

lunes, 1 de febrero de 2010

TEMPESTADES
REVISTA LA MOSCA EN LA PARED
POR: NICOLAS BRAVO.

A las manifestaciones transgresoras de la cultura establecida, de lo correcto, lo oficial, algunos gustan de llamarle “contracultura”. Sin embargo, entendiendo la cultura como un conjunto más amplio de expresiones, nos daremos cuenta que las manifestaciones contraculturales, secretamente, dan cumplimiento a una tradición: la de las rupturas. Los movimientos artísticos, una vez que se han empantanado, requieren del ímpetu de las nuevas corrientes para renovarse o, en su caso morir y ceder su espacio a nuevos discursos. No se trata de progreso (que en materia de arte no existe) sino de cambio.

Sin embargo, bien podríamos hablar de un discurso (por decirlo pomposamente) contrario a la cultura crítica y creativa. Representa una contracultura en sí, completamente opuesta al arte y al pensamiento, dado que, precisamente, los destruye. Este fenómeno posiblemente existió desde siempre, pero su auge se da de manera notable en el último par de décadas.

La cultura de la idiotez, como podríamos denominarla, tiene también sus obras maestras. ¿Hay mayores monumentos a la estupidez que las novelas de Carlos Cuauhtémoc Sánchez? ¿Existe literatura más nauseabunda que la de la superación personal? ¿Hay mayores antídotos contra la lucidez que la llamada “Metafísica”, los orientalismos superficiales o los manuales de liderazgo? La literatura de la idiotez es como puede inferirse la mas vendida una vuelta por librerías nos confirma que lo que el lector busca es un charlatán que lo convenza de que sus problemas, su desasosiego y su vació tienen solución.


Dada la incapacidad de las religiones (en el caso mexicano la Católica) para brindar al individuo un verdadero soporte espiritual, las personas, en una completa confusión, recorren a libros compuestos con una adecuada mezcla de moralina vomitiva, psicología de cabaret y filosofía de mercado (me refiero al mercado donde se compran las verduras). Y el asunto no tendría mayor importancia (cada cual tiene derecho de introducir en su cerebro las estupideces que desee) Si no fuera por que el fenómeno esta relacionado con las cuestiones políticas y de poder. Es tal el auge de esta literatura chatarra que las editoriales promueven su existencia, generando con ello una cultura que destruye cualquier tipo de placer de índole intelectual.

La cultura de la idiotez es afín a los sectores mas retrogradas de la sociedad :el empresariado (que promueve la idea del “liderazgo”, del hombre “emprendedor”, de que aquel que no triunfa en los negocios es un fracasado, un excremento de la sociedad de los lideres), la burguesía (con su vindicación de los valores morales universales e inmutables), la iglesia (con su larga tradición represiva en materia de libertades individuales), etc. para evitar confusiones, digámoslo con todas sus letras: la cultura de la idiotez beneficia a la derecha en su ejercicio del poder económico y político.

La cuestión no seria tan alarmante de no ser por que el gobierno que recientemente tomo posesión posee una ideología que en varios puntos coincide con lo que mencionado en este articulo. Una anécdota significativa: hace algunos años asistí a un congreso nacional de filosofía en la ciudad de Guanajuato. El discurso inaugural corrió a cargo del entonces gobernador del estado, el sr. (aun no era licenciado) Vicente Fox en uno de sus tradicionales resbalones, dijo frente a decenas de académicos y estudiantes: “aprovechen ustedes que tienes la oportunidad de pensar, nosotros, los que tenemos que trabajar para mantener a nuestras familias carecemos de ella” (me parece que la redacción era aun mas deficiente). Es decir: aquellos que se dedican al ejercicio del pensamiento son los parias de la sociedad de los que si trabajan y no piensan. ¿A quien favorece la proliferación de la cultura de la idiotez? Vale la pena analizarlo.

Desde ya me declaro un fracasado, no vaya a ser que alguno por ahí se le meta en la cabeza encaminarme por el camino del éxito, de la tranquilidad del alma o de los valores morales y con ello me amargue mis hermosas tardes de improductividad, vacío espiritual y deliciosa inmoralidad.
 
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