15 de Octubre del 2011

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Por: Leyla Andrea Carrasco Cazarín

leyand@gmail.com

@Miel_de_abeja

Fue el día en el que hubo un reclamo mundial, en muchas ciudades alrededor del planeta se congregaron distintas personas, al principio en apoyo al movimiento estudiantil en Chile, los campamentos en España o la situación en Irán, pero al paso la gente iba expresando distintos reclamos, con muchas causas, cada uno con indignación propia, de repente la causa global adoptada se convirtió también en la local, las causas locales tomaron fuerza y en un movimiento que a la fecha sigue en forma de campamento haciendo reclamos hacia ese sistema económico, político, social cada vez más opresor, cada vez más intolerante, cada vez más salvaje.

Así pues, resulta que el sistema capitalista que conlleva en si el discurso de que es a través de este como se pueden lograr todos los sueños (aunque el único sueño que alimentan es el de poder obtener lo que sea a través del dinero y el consumismo) es el mismo que nos ha arrebatado nuestros sueños; lo decía alguna de las frases representativas de este movimiento “Sin a nosotros nos quitaron los sueños, nosotros no los dejaremos dormir” pero como nos podemos dar cuenta, la gente, la que siente día las injusticias directa o indirectamente tiene un sueño en común que poco tiene que ver con el que el capitalismo enarbola, es el de la recuperación de la dignidad, que el propio sistema les ha quitado ya sea arrebatándoles su tierra, sus costumbres, sus paisajes, sus formas de vida, su tranquilidad, su justicia, el bienestar de sus hijos, su calidad de vida, en tan distintas formas les ha arrebatado su dignidad, pero los afectados (entre los cuales me encuentro) hemos decidido que ha llegado el tiempo de recuperarla.

Es lo que me agrada de este movimiento la solidaridad de conjuntar las distintas causas que a cada uno de nosotros nos aquejan que van desde lo global hacia lo cotidiano, luchando en conjunto por la causa propia y la del otro, entendiendo que el enemigo a vencer es grande, pero que somos parte de él y que por lo mismo tenemos el poder de transformarlo, se antoja a que con este tipo de resistencias se le resta oportunidad al sistema de seguir alimentando ese su único sueño de consumismo.

En mi experiencia personal el poder concientizar y poder recuperar mi dignidad es una lucha que es diaria, pero que en conjunto se hace más grande, poder solidarizarme con la causa del otro y luchar en conjunto hasta vencer esa ágora es a mí parecer un gran paso para comenzar a cambiar el mundo.

Esperemos que esta comunidad mundial de indignados (como yo la describo) no se canse, y que rinda frutos innovando en la forma de protestar y de expresarse, cambiando el sistema desde lo individual hasta lo global, transformando y revolucionando hasta recuperar la dignidad.

 
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