Las Flores del Mal - Charles Baudelaire

martes, 15 de diciembre de 2009

Al lector

La estupidez, el error, el pecado, la mezquindad,
Ocupan nuestros espíritus y minan nuestros cuerpos,
Y nosotros alimentamos nuestros remordimientos,
Como los mendigos nutren a su piojera.

Nuestros pecados son tercos, nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar con creces nuestras confesiones,
Y volvemos alegremente al camino fangoso,
Creyendo lavar con viles llantos todas nuestras manchas.

En la almohada del mal es Satán Trimegisto
Quien mece mucho tiempo nuestro espíritu encantado,
Y el rico metal de nuestra voluntad
Se ha evaporado totalmente por obra de este sabio químico.

El Diablo es quien maneja los hilos que nos mueven!
A los objetos repugnantes les hallamos encantos;
Cada día descendemos un paso hacia el Infierno,
Sin horror, a través de tinieblas que apestan.

Igual que un pobre libertino que besa y muerde
El seno maltratado de una vieja ramera,
Robamos al pasar un placer clandestino
Que exprimimos muy fuerte como una naranja seca.

Apretado, hormiguenate, como un millón de helmintos
En nuestro cerebro se agita un tropel de Demonios,
Y, cuando respiramos, la Muerte a nuestros pulmones
Desciende, río invisible, con sordos gemidos.

Si el estupro, el veneno, el puñal, el incendio,
No han bordado aún con sus singulares dibujos
El cañamazo banal de nuestros tristes destinos,
Ello se debe ¡ay!, a que nuestra alma no es lo bastante atrevida.

Pero entre los chacales, las panteras, los linces,
Los monos, los escorpiones, los buitres, las serpientes,
Los monstruos chillones, aulladores, gruñidores, rastreros,
En la infame casa de fieras de nuestros vicios,

¡hay uno más feo, más malvado, más inmundo!
Aunque no hace aspavientos ni lanza agudos gritos,
Convertiría con gusto a la tierra en un despojo
Y en un bostezo se tragaría el mundo;

¡es el Aburrimiento! -con los ojos inundados de un llanto involuntario-
sueña con cadalsos mientras se fuma una pipa.
Tú conoces, lector, a ese monstruo delicado,
hipócrita lector -mi semejante- mi hermano!

Primera Estrella de la Tarde - Fernando Delgadillo

viernes, 4 de diciembre de 2009

EL HEROE - CORTOMETRAJE

viernes, 13 de noviembre de 2009

Realizado en 1993 por Carlos Carrera, El héroe es ya un clásico en lo que a cortometrajes se refiere.

La escena se lleva a cabo en una estación del metro de la ciudad de México. Un hombre camina entre la muchedumbre cuando se da cuenta que una joven esta a punto de suicidarse. Entre empujones logra abrirse camino hacia la chica y la rescata. A pesar del esfuerzo, el héroe se lleva una desagradable sorpresa.

Este corto ha ganado varios premios, entre ellos se encuentra la Palma de Oro en el Festival Internacional del Film Cannes (Francia, 1994).

Ni el Centro ni la Periferia… Diciembre

sábado, 31 de octubre de 2009

“El peligro de l@s diferentes está en que luego les da por parecerse mucho entre sí”.
Don Durito de La Lacandona.

***

Nuestros sabedores más mayores cuentan que los dioses más primeros, los que nacieron el mundo, hicieron el color amarillo a partir de la risa de las niñas y niños. Recordando esto, hemos decidido contarles un cuento que es para menores de edad, pero que los mayores se lo van a tener que chutar porque… porque… bueno, pues porque se vería muy mal que se salgan antes de que termine esta sesión del coloquio.

Ahora que, si se van a salir, les pido que no sean gachos y lo hagan con discreción para que aquí los organizadores no sientan tan feo.

Bueno, para las que se queden, aquí está el cuento…

Ya antes conté esto, así que sólo repetiré brevemente la historia de Diciembre. Ella era una niña, así, pequeñita. Había nacido en el mes de noviembre y, como sus padres sólo hablaban lengua indígena, se hizo un desmadre cuando la fueron a registrar. El notario preguntaba atropelladamente dónde nació, cuándo nació, en qué mes estamos (es que andaba medio crudo) y cosas así. Su madre apenas estaba por responder el mes en que estábamos, cuando el del registro civil volvió a la pregunta de cómo se iba a llamar. “Diciembre”, escuchó el notario y, pues se chingó Roma, porque cuando se dieron cuenta ya era un relajo cambiar los papeles. Así que “Diciembre” se pasó a llamar esta niña que nació en noviembre. Según los usos y costumbres de los adultos, cuando regañan a una niña o niño, no se acuerdan de su nombre, y empiezan a decir varios nombres hasta que le atinan. En el caso de Diciembre, los regaños eran menos estrictos, porque la mamá empezaba por Enero, y cuando llegaba a Diciembre ya se le había olvidado por qué iba a regañar a la niña.

En otra historia, ahora ya lejana, Diciembre conoció a un búho y se hizo amiga de él. En aquel entonces, resolvió el desafío de la flauta chueca y no me acuerdo qué otras travesuras más hizo.

Pues bien, aquí les va…

DICIEMBRE Y LA HISTORIA DEL LIBRO SIN MANOS.

Una tarde, casi noche, como ésta que anuncia lluvia de luces, andaba Diciembre caminando así nomás. Acaso estaba pensando nada, sólo caminaba recogiendo piedritas y ramitas, y colgaba las piedritas de un árbol, y amontonaba las ramitas a un lado del camino, y les ponía nombres: ése era un “árbol de piedras” y aquello una “montaña de ramas”. O sea que, como quien dice, a la Diciembre ésta no sólo le daba por revolver su pensamiento, también revolvía el mundo.

Tenía, además, unos lapiceros de colores que a saber quién le había regalado. Así que, cuando no estaba colgando piedras y amontonando ramas, Diciembre sacaba los lapiceros de su morraleta y se ponía a pintar de colores lo que estuviera a la mano.

Bueno, pues resulta que así andaba la Diciembre, tarareando una canción a ritmo de corrido-cumbia-ranchera-norteña, cuando ¡zas!, ahí nomás estaba parado, en medio del camino, un libro.

Contenta se puso la Diciembre. Sacó sus colorines y fue muy decidida a agarrar el libro para llenarlo de rayones y bolitas y palitos y hasta un garabato que se supone, sería el retrato hablado de la Panfililla, que así se llamaba una su perrita que más bien era bien mulita (sin agraviar a las presentes).

Ya se acercaba la Diciembre al libro que estaba en medio del camino, ya se imaginaba que la Junta de Buen Gobierno le daba permiso de pintar un su mural en la pared de la escuela autónoma, ya se veía pidiéndole a una señora sociedad civil que le tomara una foto a ella con la Panfililla, paradas junto al mural, y ya pensaba que si acaso no se parecía la Panfililla a la pintura del mural pues ahí mismo pintaba las correcciones. No en la pared de la escuela, sino en el cuerpo de la Panfililla, por supuesto.

Todo esto iba pensando la Diciembre cuando, al acercarse a tomar el libro con sus manos, ¡zas!, el libro abrió sus pastas y se echó a volar.

“¡Órales!”, dijo la Diciembre con un tono que no dejaba duda de su origen plebeyo, “tras que ese libro vola”. El libro aleteó unos metros y se fue a posar más adelante, en medio del camino. Diciembre corrió a agarrar el libro, pero antes de que llegara, volvió a volar. Diciembre pensó entonces que el libro quería jugar y pues ella también. Así que ahí andaba la niña correteando de un lado a otro al libro volador y, mientras tanto, la Panfililla ya se había empacado media docena de piedras y dos docenas de ramitas, y se había quedado tirada, haciendo la digestión y nomás moviendo las orejas de un lado a otro, según corría la Diciembre detrás del libro.

Ahí tardaron, pero llegó el momento en que la Diciembre se cansó y quedó muy agotada, tirada a un lado de la Panfililla.

“¿Y ora qué hacemos Panfililla?”, preguntó Diciembre.

Y la Panfililla nomás movió la oreja, porque todavía estaba tratando de digerir una piedra de ámbar y no podía ladrar.

“Ya sé, tengo una idea”, dijo la Diciembre, “voy a ir a buscar al señor Búho y le voy a preguntar”.

La Panfililla movió las orejas como diciendo “sale, yo aquí te espero”, mientras miraba que todavía le faltaba la mitad del montecito de ramitas por zamparse.

Así que Diciembre fue a visitar a su amigo el Búho. Lo encontró sentado encima de su árbol, viendo una revista con muchachas encueradas.

Aquí el Búho interrumpe el cuento y le aclara al respetable público:

“No le crean al Sup, no era una revista de muchachas encueradas, era un folleto de lencería, de Victoria Secrets para más señas. No es lo mismo”.

Bueno, pues el Búho estaba viendo una revista de muchachas semiencueradas cuando llegó Diciembre y ahí nomás, sin anestesia ni decir agua va, le soltó:

“Oí, señor Búho, ¿por qué hay libros que volan?”

“Se dice “vuelan” y no “volan”, corrigió el señor Búho, y agregó: “Y no, los libros no vuelan. Los libros están en las librerías, en las bibliotecas, en los escritorios de los científicos y, cuando no los compra nadie, en las mesas afuera de los coloquios”

“Hay uno que sí”, le contestó Diciembre, y en seguida le contó lo que había pasado antes con el libro volador.

El señor Búho cerró su folleto de muchachas en paños menores, claro, no sin antes marcar la página en la que se había quedado, y dijo muy decidido:

“Muy bien, vamos a investigar, nomás aguántame un ratón porque tengo que ponerme ropa adecuada”.

“Bueno”, dijo Diciembre y mientras esperaba al señor Búho, se puso a colgar en las ramas de los árboles algunas piedritas que logró rescatar de la gula de la Panfililla.

El señor Búho, mientras tanto, abrió un gigantesco baúl y empezó a buscar, murmurando: “mmh… látigo, no… liguero, tampoco… neglillé, menos… mmh… ¡aquí está!”, exclamó de pronto el señor Búho y sacó un pasamontañas negro.

Se lo puso y, tomando una pipa, se dirigió a Diciembre y le preguntó:

“Y bien, ¿qué te parece mi disfraz?”

Diciembre lo miró extrañada y, después de un rato, dijo: “¿y de qué está disfrazado?”

“¿Cómo de qué? ¡Pues de subcomandante! Si el libro ése me ve como búho, no me va a dejar acercarme siquiera, porque los búhos de por sí queremos muchos libros, en cambio los subcomandantes no los usan ni para nivelar mesas”.


Aquí el Sup interrumpe para aclararle al respetable:

“No le crean al señor Búho, los subcomandantes sí usamos los libros, a veces, cuando la leña no prende…”

Ejem, ejem.

Bueno, pues les decía que la Diciembre y el señor Búho disfrazado de subcomandante, bajaron del árbol y se dirigieron a donde la niña había dejado a la Panfililla esperándola.

Cuando llegaron a donde estaba la perrita, la encontraron tratando, simultáneamente, de roer la mitad de una pantufla y de digerir la otra mitad.

“¡Mis pantuflas totalmente Palacio!”, exclamó escandalizado el señor Búho y empezó a luchar con la Panfililla, tratando de arrebatarle la mitad de la pantufla que, además, era la mitad de adelante, o sea que todavía podía pasar como una pantufla versión minimalista.

Diciembre le ayudó, y algo le dijo al oído, bueno a la oreja, a la Panfililla que ésta, inmediatamente, soltó la mitad delantera de la pantufla del señor Búho.

¡Uff!, suspiró aliviado el señor Búho y, mientras hacía el recuento de los daños, le preguntó a Diciembre:

¿Y qué le dijiste para que la soltara?

Diciembre contestó sin inmutarse: “Que le iba a dar la mitad de la otra pantufla”.

¿¡Qué!?, gritó el señor Búho. “¡Mis pantuflas, mi buen nombre, mi prestigio, mi status intelectual…!”

En eso, ¡zas!, Diciembre descubrió, cerca de donde estaban, al libro volador.

¡Ahí está!, le gritó Diciembre al señor Búho.

El señor Búho se acomodó como pudo el pasamontañas, encendió la pipa y le dijo a Diciembre:

“Tú espérame aquí, voy a investigar”.

Llegó el señor Búho hasta donde estaba el libro volador, quien no lo reconoció por su disfraz de subcomandante.

Como es sabido, los libros les cuentan a los subcomandantes hasta lo que no viene escrito en ellos, así que tardaron hablando.

Diciembre ya se estaba quedando dormida cuando el señor Búho regresó y le dijo:

“Ya está. El misterio ha sido resuelto”.

¿Qué pasó?, preguntó Diciembre bostezando.

Elemental, mi querida Diciembre. Se trata, simple y sencillamente, de un caso extremo de “libro sin manos”, dijo el señor Búho.

¿Libro sin manos?, ¿Y qué es eso?, preguntó Diciembre.

Pues es un libro que no quiere estar en un estante de librería o biblioteca, o en un escritorio, o arrumbado en un rincón, o nivelando una mesa. Es un libro que quiere estar en las manos de alguien. Que lo lea, que lo escriba, que lo pinte, que lo quiera pues, explicó el señor Búho.

¡Yo!, dijo Diciembre alegremente.

¿Estás segura? Un libro no es cualquier cosa, no es como un dinosaurio come-pantuflas, dijo el señor Búho mientras miraba con rencor a la Panfililla, que ya estaba mordisqueando la pipa del disfraz de Sup del señor Búho.

No es dinosaurio, es dinosauria, y sí, estoy segura, respondió decidida la Diciembre.

Bueno, prueba a ver si lo convences a él, dijo el señor Búho mientras trataba de arrebatarle la pipa a la Panfililla.

¿Y cómo hago?, preguntó Diciembre.

Muy sencillo, acércate, pero no mucho y extiende tus manitas. Si te acepta, entonces él irá hacia a ti, le indicó el señor Búho.

Sale, dijo la Panfililla, perdón, la Diciembre.

Se limpió las manos en la nagua porque se acordó que no se las había lavado, se acercó poco a poco al libro volador y, cuando creyó estar lo suficientemente cerca para que el libro la viera pero no se espantara, extendió sus dos manitas.

El libro abrió entonces sus tapas, como para echarse a volar, pero dudó.

Diciembre alargó más sus manitas y dijo:

“Ven, ven, ven”

El libro empezó entonces a volar, pero en lugar de alejarse, fue a posarse en las manitas de Diciembre.

La niña se puso muy contenta y abrazó el libro contra su pecho, tanto que el libro se echó un pedito: prttt.

El señor Búho aplaudió satisfecho y la Panfililla no ladró, pero eructó con aroma a pantufla mal digerida.

Se fue entonces el señor Búho a seguir viendo muchachas… perdón, a leer y estudiar mucho.

Diciembre se puso a colorear el libro con sus plumines y no vivieron muy felices porque, en un descuido, la Panfililla se empacó la contraportada, el índice, los anexos y 7 pies de página.

Tan- tan.

Moraleja: no dejen nada al alcance de las perritas, pueden ser dinosaurias disfrazadas.

Y ya, espero que Daniel Viglietti les haga olvidar pronto esta ponencia tan poco seria, y que las niñas la recuerden… por siempre jamás.

Gracias.


Subcomandante Insurgente Marcos.
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, M

OPERACION PANDEMIA

domingo, 11 de octubre de 2009

FRASE MAFALDA

sábado, 26 de septiembre de 2009

LOS MONO - PROMESAS

domingo, 20 de septiembre de 2009

LA DOCTRINA DEL SHOCK

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Naomi Klein es Autor de libros como No Logo y The Doctrine Shock en este último se explica como es que los gobiernos utilizan momentos de desatiblidad social tales como guerras, desastres naturales, estallidos sociales o golpes de estado para aprobar leyes impopualres y dolosas para los pueblos que estos "representan".

Así pues, Alfonso Cuarón (Harry Potter, Sólo con tu pareja, Y tú mamá tambien y The Children of men, entre otros), y su hijo Jonás Cuarón (quien tambien participa en Venecia con su primer largometraje, Año Uña) , junto con Naomi Klein, crean un documental a partir de este libro.

Con una animación muy ingeniosa, que imita el arte urbano del STENCIL, estos 3 creadores muestran en unos 6 minutos como el capitalismo emplea constantemente la violencia y el terrorismo contra el individuo y la sociedad.

Doce tesis sobre el anti-poder - John Holloway

domingo, 30 de agosto de 2009

Extraído de:

Contrapoder, una introducción.
Toni Negri y otros.
Ediciones de mano en mano. Bs.As. 2001.

1. El punto de partida es la negatividad.

Empezamos con el grito, no con el verbo. Ante la mutilación de las vidas humanas por el capitalismo, un grito de tristeza, un grito de horror, un grito de rabia, un grito de negación: ¡No!
El pensar, para decir la verdad del grito, tiene que ser negativo. No queremos entender al mundo sino negarlo. La meta de la teoría es conceptualizar al mundo negativamente, no como algo separado de la práctica, sino como un momento de la práctica, como parte de la lucha para cambiar el mundo, para hacer de él un lugar digno de la humanidad.

Pero, después de todo lo que ha pasado, ¿cómo podemos incluso empezar a pensar en cambiar el mundo?


2. Un mundo digno no se puede crear por medio del estado.

Durante la mayor parte del siglo pasado, los esfuerzos para crear un mundo digno de la humanidad se enfocaron en el estado y en la idea de conquistar el poder estatal. Las polémicas principales (entre reformistas y revolucionarios) eran acerca de cómo conquistar el poder estatal, sea por la vía parlamentaria o por la vía extra-parlamentaria. La historia del siglo XX sugiere que la cuestión de cómo ganar el poder no era tan importante. En ninguno de los casos la conquista del poder estatal logró realizar los cambios que los militantes esperaban. Ni los gobiernos reformistas, ni los gobiernos revolucionarios lograron cambiar el mundo de forma radical.

Es fácil acusar a todos los liderazgos de estos movimientos de traicionar a los movimientos que encabezaban. El hecho de que hubo tantas traiciones sugiere, sin embargo, que el fracaso de los gobiernos radicales, socialistas o comunistas tiene raíces mucho más profundas. La razón por la cual el estado no se puede usar para llevar a cabo un cambio radical en la sociedad es que el estado mismo es una forma de relación social que está incrustada en la totalidad de las relaciones sociales capitalistas. La existencia misma del estado como una instancia separada de la sociedad significa que, sea cual sea el contenido de sus políticas, participa activamente en el proceso de separar a la gente del control de su propia vida. El capitalismo es simplemente eso: la separación de la gente de su propio hacer. Una política que está orientada hacia el estado reproduce inevitablemente dentro de sí mismo el mismo proceso de separación, separando a los dirigentes de los dirigidos, separando la actividad política sería de la actividad personal frívola. Una política orientada hacia el estado, lejos de conseguir un cambio radical de la sociedad, conduce a la subordinación progresiva de la oposición a la lógica del capitalismo.

Ahora podemos ver que la idea de que el mundo se podría cambiar por medio del estado era una ilusión. Tenemos la buena suerte de estar viviendo el fin de esa ilusión.


3. La única forma de concebir un cambio radical hoy no es como conquista del poder sino como disolución del poder.

La revolución es más urgente que nunca. Los horrores que surgen de la organización capitalista de la sociedad se vuelven cada vez más intensos. Si la revolución a través de la conquista del poder estatal se ha revelado como ilusión, eso no quiere decir que debemos abandonar la idea de la revolución. Pero es necesario concebirla en otros términos: no como la toma del poder sino como la disolución del poder.


4. La lucha por la disolución del poder es la lucha por la emancipación del poder-hacer (potentia) del poder-sobre (potestas)

Para empezar a pensar en cambiar el mundo sin tomar el poder, hay que hacer una distinción entre el poder-hacer (potentia) y el poder-sobre (potestas).

Cualquier intento de cambiar la sociedad involucra el hacer, la actividad. El hacer, a su vez, implica que tenemos la capacidad de hacer, el poder-hacer. Muchas veces usamos la palabra "poder" en este sentido, como algo bueno, como cuando una acción junto con otros (una manifestación o incluso un buen seminario) nos da una sensación de poder. El poder en este sentido tiene su fundamento en el hacer: es el poder-hacer.

El poder-hacer es siempre social, siempre parte del flujo social del hacer. Nuestra capacidad de hacer es producto del hacer de otros y crea las condiciones para el hacer futuro de otros. Es imposible imaginar un hacer que no esté integrado de una forma u otra al hacer de otros, en el pasado, el presente o el futuro.


5. El poder-hacer está transformado, se transforma, en el poder-sobre cuando se rompe el hacer.

La transformación del poder-hacer en poder-sobre implica la ruptura del flujo social del hacer. Los que ejercen el poder-sobre separan lo hecho del hacer de otros y lo declaran suyo. La apropiación de lo hecho es al mismo tiempo la apropiación de los medios de hacer, y esto permite a los poderosos controlar el hacer de los hacedores. Los hacedores (los humanos, entendidos como activos) están separados así de su hecho, de los medios de hacer y del hacer mismo. Como hacedores, están separados de sí mismos. Esta separación, que es la base de cualquier sociedad en la cual algunos ejercen poder sobre otros, llega a su punto más alto en el capitalismo.

Se rompe el flujo social del hacer. El poder-hacer se transforma en poder-sobre. Los que controlan el hacer de otros aparecen ahora como los hacedores de la sociedad, y aquellos de quienes su hacer está controlado por otros se vuelven invisibles, sin voz, sin rostro. El poder-hacer ya no aparece como parte de un flujo social, sino existe en la forma de un poder individual. Para la mayoría de la gente, el poder-hacer está transformado en su contrario, la impotencia, o el poder de hacer lo que está determinado por otros. Para los poderosos, el poder-hacer se transforma en poder-sobre, el poder de decir a otro lo que tienen que hacer y, por lo tanto, en una dependencia con respecto al hacer de otros.

En la sociedad actual, el poder-hacer existe en la forma de su propia negación, como poder-sobre. El poder-hacer existe en el modo de ser negado. Esto no quiere decir que deja de existir. Existe, pero existe como negado, en una tensión antagónica con su propia forma de existencia como poder-sobre.


6. La ruptura del hacer es la ruptura de cada aspecto de la sociedad, cada aspecto de nosotros

La separación de lo hecho del hacer y de los hacedores significa que las personas ya no se relacionan entre si como hacedores, sino como propietarios (o no propietarios) de lo hecho (visto ya como una cosa divorciada del hacer). Las relaciones entre las personas existen como relaciones entre cosas, y las personas existen no como hacedores sino como portadores pasivos de las cosas.
Esta separación de los hacedores del hacer-y, por lo tanto, de ellos mismos-está discutida en la literatura en términos estrechamente relacionados entre si: alienación (el joven Marx), fetichismo (el viejo Marx), reificación (Lukács), disciplina (Foucault) o identificación (Adorno). Todos estos términos establecen claramente que el poder-sobre no se puede entender como algo externo a nosotros, sino que permea cada aspecto de nuestra existencia. Todos estos términos se refieren a una rigidificación de la vida, una contención del flujo social del hacer, una cerrazón de las posibilidades.

El hacer está convertido en ser: esto es el núcleo del poder-sobre. Mientras que el hacer significa que somos y no somos, la ruptura del hacer arranca el "y no somos". Lo que nos queda es simplemente "somos": identificación. El "y no somos" o se olvida o se trata como puro sueño. Se nos arranca la posibilidad. El tiempo se homogeneiza. El futuro es ahora la extensión del presente; el pasado, el antecedente del presente. Todo hacer, todo movimiento, está contenido dentro de la extensión de lo que es. Puede ser lindo soñar con un mundo digno de la humanidad, pero es nada más un sueño. El régimen del poder-sobre es el régimen del "así son las cosas", el régimen de la identidad.


7. Participamos en la ruptura de nuestro propio hacer, en la construcción de nuestra propia subordinación.

Como hacedores separados de nuestro propio hacer, recreamos nuestra propia subordinación. Como trabajadores, producimos el capital que nos subordina. Como docentes universitarios, jugamos un papel activo en la identificación de la sociedad, en la transformación del hacer en ser. Cuando definimos, clasificamos o cuantificamos, o cuando sostenemos que la meta de la ciencia social es entender a la sociedad tal como es, o cuando pretendemos estudiar a la sociedad objetivamente-como si fuera un objeto separado de nosotros-participamos activamente en la negación del hacer, en la separación de sujeto y objeto, en el divorcio entre hacedor y hecho.


8. No hay ninguna simetria entre el poder-hacer y el poder-sobre.

El poder-sobre es la ruptura y negación del hacer. Es la negación activa y repetida del flujo social del hacer, del nosotros que nos constituimos a través del hacer social. Pensar que la conquista del poder-sobre puede llevar a la emancipación de lo que niega es absurdo.

El poder-hacer es social. Es la constitución del nosotros, la práctica del reconocimiento mutuo de la dignidad.

El movimiento del poder-hacer en contra del poder-sobre no se debe concebir como contra-poder (término que sugiere una simetría entre poder y contra-poder) sino como anti-poder (término que, para mi, sugiere una asimetría total entre poder y nuestra lucha).


9. Parece que el poder-sobre nos penetra tan profundamente que la única solución posible es a través de la intervención de una fuerza externa. Esta no es ninguna solución

No es difícil llegar a conclusiones muy pesimistas sobre la sociedad actual. Las injusticias y la violencia y la explotación nos gritan, pero sin embargo parece que no hay salida posible. El poder-sobre parece penetrar cada aspecto de nuestras vidas tan a fondo que es difícil imaginar la existencia de "masas revolucionarias". En el pasado, la penetración profunda de la dominación capitalista condujo a muchos a ver la solución en términos del liderazgo de un partido de vanguardia, pero resultó que no fue ninguna solución, ya que simplemente reemplazó una forma de poder-sobre con otra.

La respuesta más fácil es la desilusión pesimista. El grito inicial de rabia ante los horrores del capitalismo no está abandonado, pero aprendemos a vivir con él. No nos volvemos aficionados del capitalismo, pero aceptamos que no hay nada que hacer. La desilusión implica caer en la identificación, aceptar que lo que es, es. Implica participar, pues, en la separación del hacer del hecho.


10. La única forma de romper el círculo aparentemente cerrado del poder es viendo que la transformación del poder-hacer en poder-sobre es un proceso que implica necesariamente la existencia de su contrario: la fetichización implica la anti-fetichización

La mayoría de las veces, se discute la alienación (fetichismo, reificación, disciplina, identificación, etcétera) como si fuera un hecho cumplido. Se habla de las formas capitalistas de relaciones sociales como si estuvieran establecidas al alba del capitalismo para seguir existiendo hasta que el capitalismo sea reemplazado por otro modo de producción. En otras palabras, se hace una separación entre constitución y existencia: se ubica la constitución del capitalismo en pasado histórico, y se asume que su existencia actual es estable. Este enfoque conduce necesariamente al pesimismo.

Si, al contrario, vemos a la separación de hacer y hecho no como algo terminado sino como un proceso, el mundo se empieza a abrir. El hecho mismo de que hablemos de alienación significa que la alienación no puede ser total. Si la separación, alienación, etcétera, se entiende como proceso, esto implica que su curso no está predeterminado, que la transformación del poder-hacer en poder-sobre siempre está abierta, siempre está en cuestión. Un proceso implica un movimiento de devenir, implica que lo que está en proceso (la alienación) es y no es. La alienación, entonces, es un movimiento contra su propia negación, contra la anti-alienación. La existencia de la alienación implica la existencia de la anti-alienación. La existencia del poder-sobre implica la existencia del anti-poder-sobre o, en otras palabras, el movimiento de emancipación del poder-hacer.

Lo que existe en la forma de su negación, lo que existe en el modo de ser negado, existe realmente, a pesar de su negación, como negación del proceso de negación. El capitalismo está basado en la negación del poder-hacer, la humanidad, la creatividad, la dignidad: pero eso no quiere decir que esto no exista. Como lo han mostrado los zapatistas, la dignidad existe a pesar de su negación. No existe sola, sino que existe en la única forma en la cual puede existir en esta sociedad: como lucha contra su propia negación. El poder-hacer existe también, no como isla en un mar de poder-sobre, sino en la única forma en que puede existir: como lucha contra su propia negación. La libertad también existe, no como la presentan los liberales, como algo independiente de los antagonismos sociales, sino en la única forma en que puede existir en una sociedad caracterizada por relaciones de dominación: como lucha contra esa dominación.

La existencia real y material de lo que existe en la forma de su propia negación es la base de la esperanza.


11. La posibilidad de cambiar la sociedad radicalmente depende de la fuerza material de lo que existe en el modo de ser negado.

La fuerza material de lo negado se puede ver de diferentes maneras.

En primer lugar, se puede ver en la infinitud de luchas que no tienen como meta ganar el poder sobre otros, sino simplemente la afirmación de nuestro poder-hacer, nuestra resistencia en contra de la dominación por otros. Estas luchas toman muchas formas diferentes, desde la rebelión abierta hasta luchas para ganar o defender el control sobre el proceso de trabajo o el acceso a educación o servicios de salud, o las afirmaciones de dignidad más fragmentadas y muchas veces silenciosas dentro del hogar. La lucha por la dignidad-por lo que está negado por la sociedad actual- se puede ver también en muchas formas que no son abiertamente políticas: en la literatura, en la música, en los cuentos de hadas. La lucha contra la inhumanidad es omnipresente, ya que está inherente en nuestra existencia como humanos.

En segundo lugar, la fuerza de lo negado se puede ver en la dependencia del poder-sobre con respecto a lo que niega. La gente cuyo poder-hacer existe como capacidad de decir a otros lo que tienen que hacer, siempre dependen, para su existencia, del hacer de los otros. Toda la historia de la dominación se puede ver como la lucha por parte de los poderosos de liberarse de su dependencia hacia los impotentes. La transición del feudalismo al capitalismo se puede ver de esta manera, no sólo como la lucha de los siervos para liberarse de los señores, sino como la lucha de los señores para liberarse de los siervos a través de la conversión de su poder en dinero y así en capital. La misma búsqueda de la libertad con respecto a los trabajadores se puede ver en la introducción de la maquinaria, o en la conversión masiva de capital productivo en capital dinero, que juega un papel tan importante en el capitalismo contemporáneo. En cada caso, la fuga de los poderosos con respecto a los hacedores es en vano. No hay forma de que el poder-sobre pueda ser otra cosa que la metamorfosis del poder-hacer. No hay forma de que los poderosos se puedan escapar de su dependencia hacia los impotentes.

Esta dependencia se manifiesta, en tercer lugar, en la inestabilidad de los poderosos, en la tendencia del capital hacia la crisis. La huida del capital con respecto al trabajo, a través del reemplazo de trabajadores por máquinas o por su conversión en capital dinero, enfrenta al capital con su dependencia final hacia el trabajo (es decir, su capacidad de convertir el hacer humano en trabajo abstracto, productor de valor) en la forma de la calda de las tasas de ganancia. Lo que se manifiesta en la crisis es la fuerza de lo que el capital niega, es decir el poder-hacer no subordinado.


12. La revolución es urgente pero incierta, una pregunta y no una respuesta

Las teorías marxista-ortodoxas buscaron captar la certidumbre al lado de la revolución, con el argumento de que el desarrollo histórico conducía inevitablemente a la creación de una sociedad comunista. Este intento era fundamentalmente erróneo, ya que no puede haber ninguna certeza en la creación de una sociedad auto-determinante. La certeza sólo puede estar por el lado de la dominación. La certeza se puede encontrar en la homogeneización del tiempo, en la congelación del hacer en ser. La auto-determinación es inherentemente incierta. La muerte de las viejas certezas es una liberación.

Por las mismas razones, la revolución no se puede entender como una respuesta, sino sólo como una pregunta, como una exploración de la realización de la dignidad. Preguntando caminamos.

COMPROMISO CUMPLIDO

domingo, 16 de agosto de 2009

Un documental que denuncia las violaciones a los Derechos Humanos cometidas por el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, durante las movilizaciones sociales que estremecieron Oaxaca en 2006, y que dieron como resultado más de 25 asesinatos registrados por el movimiento popular.



http://maldeojotv.net

LA GIGANTA RODRIGO SOLIS

viernes, 31 de julio de 2009

¡Qué dura tu vida, Giganta!

Desde tus ojos el mundo
debe parecerte una llanura erizada
por dedos diminutos
que enojados te señalan

Los ceños fruncidos
las cabezas que niegan
los suspiros de hastío
han de ser para tí
tan comunes como los lunares

Tan tristes como las jaulas

Yo creo que te tienen miedo, Giganta
les aterra caer en los abismos de tus pisadas
les asusta
que la luz de tu mirada
alumbre sus pies enraizados en fango
sus cerebros de jaula

Por eso blanden en tu contra
gordos libros de leyes empolvadas

¡Qué cara tu altura, Giganta!
¿cuánto cuesta en soledades?
porque las voces pequeñas
no alcanzan tus oídos
y los amores enanos
no acompañan

¿Cuánto te cuesta en batallas
contra duendes que piensan
que lo pequeño se les quita
por derribar a una giganta?

Qué difícil tu lucha
gigantesca aún para tí,
mi Giganta,
que difícil descubrirse al rojo vivo
la sangre en llamas,

Aprender a deletrerar "amor"
con la boca llena
por una lengua tibia, amada,
y no saber todavía como,
¿¡cómo pedir perdón!?
por cubrir con tu sombra el sol
a quienes tienen la cabeza
a ras de piso.

EL NECIO SILVIO RODRIGUEZ

martes, 21 de julio de 2009

La Noche boca arriba Julio Cortazar

miércoles, 24 de junio de 2009

Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos; le llamaban la guerra florida.


A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.

Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pié y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.

Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en la piernas. "Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado..."; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.

La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. "Natural", dijo él. "Como que me la ligué encima..." Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al llegar al hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerro los ojos y deseó estar dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura. Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi contento.

Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado se le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.

Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.

Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego. "Huele a guerra", pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.

--Se va a caer de la cama --dijo el enfermo de la cama de al lado--. No brinque tanto, amigazo.
Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última a visión de la pesadilla. El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes, como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor, y quedarse.

Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trocito de pan, mas precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida. Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a ser difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.

Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto. "La calzada", pensó. "Me salí de la calzada." Sus pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él, aferraba el mango del puñal, subió como un escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el amuleto protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, y al la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable. La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, abandonando la calzada mas allá de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en la cantidad de prisioneros que ya habrían hecho. Pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.

Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.
-Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien.

Al lado de la noche de donde volvía la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche. Bebió del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto. Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.

Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender. Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta. Quiso enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el piso, en un suelo de lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final. Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en las mazmorras del templo a la espera de su turno.

Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el mas fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los torsos sudados, en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos calientes, duras como el bronce; se sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza. Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del techo nacieran las estrellas y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin. El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero como impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de su vida.

Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegados a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él. Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en al cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.

(Julio Cortázar, "Final del Juego", Ed. Sudamericana, Bs.As. 1993)

DO THE EVOLUTION - PEARL JAM

martes, 24 de marzo de 2009


Videos tu.tv

EL DRAGON - RODRIGO SOLIS

miércoles, 25 de febrero de 2009

NO TE SALVES - Mario Benedetti

martes, 24 de febrero de 2009

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino

y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

sábado, 21 de febrero de 2009


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LA FORMACIÓN DE LA IDENTIDAD CRIOLLA MEXICANA

Por: Leyla Andrea Carrasco Cazarín.

En México han existido una amplia diversidad de culturas las cuales se han ido transformando a lo largo del tiempo, como lo han sido las etnias indígenas que poblaron a la América Precolombina que lograron desarrollar culturas con formas de gobierno, trabajo, religión y lenguajes específicos.

Es preciso aclarar lo que es una etnia:”Un grupo integrado por personas establecidas históricamente en un territorio determinado que poseen un lenguaje y una cultura común, se reconocen ante otros grupos sus propias peculiaridades y diferencias, y se identifican con un nombre propio”

Estas culturas se hubieran podido seguir desarrollando en muy distintas formas dentro del continente Americano con diferencias entre este y el Europeo pero un acontecimientos social hizo que esta posibilidad se viera limitada la llegada de los pobladores de España interrumpió el desarrollo de estas etnias para dar paso a nuevas formas de convivencia, de trabajo, y de cultura.

Cuando llegaron los españoles quienes se sintieron superiores a los pobladores indígenas, y destruyeron a gran parte de la población, al igual que a su religión y comenzaron a colonizar para instaurar un gobierno europeo a través de una dominación bastante agresiva a lo que los indígenas respondieron de manera igual, como consecuencia las fuerzas chocaban entre si , una por querer establecer su poder y la otra en resistencia a esas formas de imponer lo que era diferente y que ultrajaba su vida y significaciones.

Estas fuerzas se separaron entre si y además delimitaron a todas las clases sociales en castas por el origen que cada individuo tenia, esta división de clases jerarquizaba la importancia de los sujetos, ya que se encontraban los negros, considerados esclavos, los indígenas considerados como salvajes por no tener conocimientos sobre la moral y el culto a Dios, los españoles quienes tenían los más grandes beneficios por que controlaban a toda la demás población en todas sus formas, los criollos nacidos de padres europeos en territorio americano con algunos privilegios y los mestizos como combinación sanguínea de todas las anteriores castas.

Todas estas mezclas de razas dieron como resultado: “Una sociedad tejida por hilos nacidos en culturas diferentes, un país con experiencia colonial que marco decisivamente la formación del ser nacional, una mezcla integrada por un legado nativo y una herencia occidental”

Pero de todas estas castas la única que logro formarse una identidad propia que se hizo reconocible fue la criolla, y aunque al principio presumían de ser de descendencia europea cuando la corona española les retiro algunos privilegios como el poder participar en la corte de la Nueva España ellos comenzaron a protestar por medio de la literatura en contra de los colonizadores españoles que solo venían a hacer fortuna y regresaban de nuevo a Europa.

Y ya que sólo podían realizar sus sueños en territorio americano sin ser favorecidos por la corona española comenzaron a sentir identificación con su entorno territorial y cultural ya que “A través de un proceso continuo, los criollos hicieron el inventario y la apología de la naturaleza americana, magnificaron sus diversos productos y crearon los primeros símbolos de identidad de la patria americana.”

Esta creación de la nueva identidad se dio a partir del lenguaje español y la religión que controlo todas las creencias y normas que antes de la llegada de los españoles eran muy diversas.

Tiempo después la estructura social entro en una crisis económica debido a la elevación de impuestos y se comenzaron a vender los títulos nobiliarios, cargos, puestos, órdenes militares, etc., esta oportunidad fue aprovechada por los criollos para entrar a la elite gubernamental, y de esta manera comenzaron a influir en las decisiones jurídicas.

Por otro lado los criollos también se dedicaron al rescate de la historia indígena, y la consolidación de grandes obras arquitectónicas que estuvieron a su cargo, todos los elementos anteriormente mencionados que lograron el establecimiento de su aristocracia y su prestigio, con gran poder tanto en lo económico, como en lo social, la política, y lo intelectual.

Gracias a esto “la formación de una conciencia criolla, de una visión del mundo que fundió los valores occidentales con las pulsaciones que brotaban de una realidad que ya no era ni indígena, ni española, sino mestiza”

De esta manera poco a poco se fue creando esta nueva identidad que le daría pie en gran media a las identidades que en la actualidad le dan pertenencia a los mexicanos que no son ni indígenas ni españoles sino una mezcla de ambas culturas, en la que sin embargo se sigue negando la gran diversidad de culturas que en el presente viven y coexisten en el país que compartimos, y que por ser diferentes y haberse negado a la adopción de una nueva forma de ver el mundo se han quedado rezagadas y olvidadas, solo por tener una distinta cosmovisión del mundo.

Esta identidad criolla dio paso a la formación de una nueva nación que es “una proclamación de la esferas del gobierno y de las instituciones del Estado que adquieren un matiz intolerante y represivo, y que hacen que los pobladores de un territorio se ajusten a un arquetipo” .

La autonomía criolla logro así la formación de una nueva nación que beneficio al Estado, para darle sentido e identidad a la población de México.

SABIAS PALABRAS...

domingo, 15 de febrero de 2009

"Amo a la humanidad, lo que me revienta es la gente"
MAFALDA


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YO COMPARTO LA OPINION CON MAFALDA ¿Y USTEDES?

CONOZCA SU CARNE

lunes, 19 de enero de 2009

Este video muestra, como es que las formas de vida animal son afectadas tan cruelmente por los sistemas de producción existentes, y que al carecer de formas de protección son explotados en formas inhumanas, para alimentar a la población.
Fue tomado de www.petaenespanol.com

LA HISTORIA DE LAS COSAS

viernes, 16 de enero de 2009

Explicación muy ilustrativa acerca de la economia de materiales.

Versión doblada al español del video de Annie Leonard. Producción del Video: Free Range Studios. Doblaje al castellano: Asociación Civil El Agora, Argentina. El video original en inglés puede ser visto en http://www.storyofstuff.com/«

miércoles, 14 de enero de 2009



SOUND TRACK DE LA PELICULA AMELIE

El mundo Enredo

Saludos cordiales, este blog es creado con la intención de públicar textos, audios y videos que enriquecieron mi vida y conocimiento y que deseo compartir con ustedes.

Algunas cosas de las aqui publicadas fueron credas por mi y otras fueron descubiertas, enseñadas, y aprendidas de otras personas, en cuyo caso siempre ser le dará credito a quien sea el autor, este es un medio de difusión cultural, en el que se expresen todas las ideas, en el que se den a conocer otros mundos, por que esa es la finalidad de este espacio la aceptación y concepción de otras formas de vida, de mente, de cosmovision.

Esperando que sea enriquecido por quienes lo leen, oyen, observan visitan, este es su medio utilicenlo, gracias...

Atte. Leyand
“LA CONSOLIDACION DEL LIBERALISMO EN MÉXICO”

Por: Leyla Andrea Carrasco Cazarín

El liberalismo como forma doctrinaria del Estado y como ejecución gubernamental en la que el mismo Estado se consolida a través de su sistema económico, su fuerza y solidez, se establece en cada nación a partir de ciertas condiciones. En el presente ensayo se explicará cómo es que esta doctrina se establece en el país que hoy conocemos como México.

Uno de los primeros requisitos que se necesitan para esta consolidación es el nacionalismo que las personas dentro de un territorio en específico enaltecen como anclaje mental e identitaría lo que Benedict Anderson llama “comunidad imaginada”, es decir el constructo mental llamado Nación que se explica como:”Un tejido de símbolos, emblemas, imágenes, discursos, principios, memorias, valores y sentimientos patrióticos que enuncian que los pobladores del país, con todas sus disparidades, están unidos por ideales semejantes, comparten un territorio, tienen un pasado común y veneran emblemas y símbolos que los identifican”[1] en este caso como mexicanos.

Este nacionalismo es acogido según Harold J. Laski por le negociante “como una garantía más sólida de la paz interna, por que esto no solo significa mayor seguridad a la empresa, sino que también le proporciona los medios de evadir las ordenanzas gremiales mediante el establecimiento de industrias fuera de las áreas cubiertas por esos privilegios.” [2]

La consolidación del nacionalismo mexicano se dio a partir del reforzamiento de instituciones que trajeron consigo la ideología capitalista y la liberal, por un lado la iglesia con su represión de las garantías individuales y favorecedora de las decisiones que tomaba el Estado para su propio beneficio, el establecimiento de un nuevo lenguaje articulado, con el consiguiente cambio de significaciones, además de la nueva forma de repartir la tierra, y por lo tanto una nueva división del trabajo.

Pero regresando de nuevo al liberalismo que pretende la separación de los individuos de lo social y exalta esta individualización que él llama “la forma de la libertad”. Aunque esta individualización que se nota en la división del trabajo por ejemplo; rompe la colectividad en la que el indígena acostumbraba trabajar la tierra, así la propiedad es dividida y el campesino al no poder mantenerla, la perdía, así pues quien tiene los medios para poder adquirir y conservar estas propiedades las compraba, también lo único que puede vender el hombre despojado de su tierra es su fuerza de trabajo, compra a la vez la libertad de sus subordinados y la hace suya, convirtiendo así a la mayoría de la población en proletario, con una nula oportunidad de cambiar su condición. Ya que Laski reafirma que: “La libertad contractual jamás es genuinamente libre hasta que las partes contratantes poseen igual fuerza para negociar”[3] esta igualdad se obtiene a partir de las condiciones materiales.

Por otro lado el Estado mexicano también fue capturado por el liberalismo quitándole su acción en la toma de decisiones sobre todo en lo que se refiere a la economía nacional que tomó camino a la economía individual en la que el gobierno ya no es quien controla las decisiones de política económica y social sino los dueños de las grandes empresas que en el caso de México son las trasnacionales por lo que las decisiones que afectan a todo un país las toman los administradores de grandes fortunas que ven solo en beneficio propio y no por el de la población bajo el argumento de que el Estado es quien debe de proporcionar las armas necesarias para el bienestar de la sociedad y no ellos y así lo refuerza Laski diciendo que esta doctrina capitalista: “Crea el orden interno y por tal motivo se le recibe bien. Pero es por naturaleza, arbitraria, caprichosa e ineficiente. Los capitalistas cuya visión solo coincide en parte con las necesidades del capitalismo, dominan sus hábitos. Quieren un Estado al que puedan modelar directamente para sus propios fines, y cuanto más complejo sea el orden interior que se consiga, tanto mas seguros están de que el camino real a tal estado es su propio dominio de el.”[4]

De esta manera la supuesta soberanía nacional y los derechos de la población son trastocados ya que la decisiones que el gobierno tome siempre estarán influenciadas por los intereses de los empresarios, y de esta manera defender a toda costa lo que según los capitalistas es el derecho mas fundamental: el derecho a la propiedad privada, incluso es un derecho y valor más importante que el de la libertad porque esta última como ya se ha dicho esta determinada por la propiedad. Así lo sostiene Harold Laski en la siguiente frase “Al poner en practica los derechos el liberalismo se mostró más pronto e ingenioso para ejercitarlos en defensa de la propiedad, y no para proteger y amparar bajo su beneficio al que no posee nada que vender fuera de su fuerza de trabajo.”[5]

Esta doctrina que suele ser la bandera del capitalismo salvaje y que lleva implícita una aversión hacia la acción social, ve a las actividades grupales culturales como las tradiciones y costumbres que aunque establecen patrones sociales también unifican a los grupos que las practican como negativas, por lo tanto el liberalismo se encarga de destacar las nuevas ideas y las formas de llevar a cabo las acciones, el sistema de practicas se diversifica y de esta manera se fracciona al grupo social, ya que según la uniformidad atenta contra la individualidad, ya que “es un ataque al derecho de los individuos para hacer de sus propias afirmaciones y sus propias concepciones una regla de aceptación universal”[6]; aunque el establecimiento de estas reglas universales sólo pueda ser posible a través del poderío que te atorga la propiedad y la defensa que se pueda tener de ella.

Como ya se puede entender el liberalismo de esta manera logra detener a los llamados gérmenes de la sociedad, así como conducir, reglamentar y controlar a esos pequeños grupos sociales, y como resultado se tiene la parálisis individual y el consecuente congelamiento de la acción social, en cualquiera de sus expresiones.

Por supuesto que además de esta separación social otra forma de ideologizar a la gente y que ha sido ampliamente impulsada por esta doctrina es la ciencia que logro unificar el pensamiento pero también despojo a la gente de las significaciones profundas que le daban sentido a su vida como son la desaparición de mitos, ritos, paradigmas y formas de ver la vida diferentes y que fueron destruidas para dar paso a las verdades absolutas, que en realidad estaban disfrazadas por esa nueva mentalidad humana, que a fin de cuentas termino de moldear esas significaciones por la que son consideradas como validas y que benefician al sistema, ya que la ciencia tampoco es impulsada para el conocimiento de las masas, pues el conocimiento significa poder, y la propagación de la ciencia permitiría de nuevo que la clase alterna obtuviera ese poder, cosa que por supuesto al liberalismo no le conviene.

Todas estas condiciones ideológicas, sociales, políticas y económicas permiten que el terreno este preparado para la idea de la producción ilimitada, el mercantilismo libre y sin restricciones, la explotación del hombre que no tiene derechos por que no tiene propiedad más que su fuerza de trabajo, las políticas económicas que permiten el desarrollo del los lideres del liberalismo económico y el consumismo que representa la única forma de obtención de bienes.

Es inevitable observar como es que todas estas condiciones afectan a lo humano y lo social en todo sentido; el mexicano se vuelve incapaz de controlar su vida al percatarse de su imposibilidad de ser libre porque no tiene los medios suficientes para comprar una propiedad y por lo tanto la libertad, ver que su trabajo es fraccionado, darse cuenta de que sus tradiciones y costumbres se desquebrajan para dar paso a la nuevas ideas y al “progreso”, su gobierno es utilizado para beneficio de pocos, las leyes de México manipuladas para exaltar una individualidad e igualdad que por supuesto no todos pueden alcanzar, entre otras condiciones que hacen que el mexicano no tenga más esperanzas que “vivir lo mejor que se pueda” dentro de su cruda realidad.

Así, el mexicano entra fácilmente a la mecánica del consumo, el último eslabón de esta cadena por la que el liberalismo lucha, y que sostiene a todo el sistema desde las bases, los productos comprados llenan vacíos que indican esa imposibilidad de controlar la vida, y de darse cuenta de que ese concepto de libertad no es un privilegio de todos sino que se tiene que ganar, no es nato, que es equivalente a la propiedad física que se posea, y sin embargo no se dan cuenta de que ese consumo es precisamente el causante de la gran mayoría de sus males, vacíos e incertidumbres. Pero si se consumen esas ideas nuevas que lo hacen sentirse a la vanguardia de cada época, aunque sólo se este cerrando un ciclo igual al anterior.

Y por último reafirmando la tesis de que el liberalismo es la forma en como el Estado se consolida a través de su sistema económico cabe señalar que en el caso mexicano este sistema doctrinal no sirve para reforzar precisamente al Estado mexicano sino a un gran imperio que tiene como subordinados a los presidentes (o más bien administradores) de naciones que no pueden consolidar por si solas su economía, en el caso de México es Estados Unidos quien controla y vigila que el liberalismo continué en auge para su propia fortificación, así que en este mundo liberal y globalizado nadie sabe para quien trabaja, consume y vive.


[1] Florescano Enrique. Etnia, Estado y Nación. Ed Aguilar. Pp. 18
[2] Laski Harold J. El Liberalismo Europeo. Ed. Fondo de Cultura Económica. Pp. 24
[3] Laski Harold J. El Liberalismo Europeo. Ed. Fondo de Cultura Económica. Pp. 16
[4] Laski Harold J. El Liberalismo Europeo. Ed. Fondo de Cultura Económica. Pp. 56
[5] Laski Harold J. El Liberalismo Europeo. Ed. Fondo de Cultura Económica. Pp. 14
[6] Laski Harold J. El Liberalismo Europeo. Ed. Fondo de Cultura Económica. Pp. 15
 
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